Desde que tenemos conocimiento y
remitiéndonos a los orígenes greco-romanos de nuestra cultura, siempre ha
existido una estrecha y fructífera relación entre poesía y música: el texto en
verso suena mejor y si se acompaña de música mejor todavía.
La figura del
rapsoda, juglar, verseador, … que se
acompaña de un instrumento de cuerda para recitar está en la mente de todos. En
la antigua Grecia este instrumento era la lira y de ahí el nombre de este
género literario-musical. El público, sea de la clase que sea valora y reconoce
enormemente el mérito de estos artistas con gran capacidad de memoria y de
improvisación.
La primera obra narrativa extensa de la
literatura española (escrita en castellano en lugar del latín que era la lengua
culta de esa época), corresponde al cantar de gesta: “Cantar de Mío Cid” (S.
XIII), escrito en verso he interpretado por juglares que deambulaban de pueblo
en pueblo recitando o cantando en verso.
Versos
y rima
Un verso es un conjunto de palabras sujetas
a una medida (número de sílabas) y una rima entre ellos, así distinguimos
entre:
Rima asonante: la terminación de la
última palabra de los versos es parecida pero no idéntica (se compró un camión/
y hasta allí llegó)
Rima consonante: la terminación de la
última palabra de los versos es idéntica (se compró un camión/ en una ocasión)
Estructuras de versificación de uso común:
Pareado:
Grupo de dos versos que riman entre sí
Esta noche tengo frío
y por eso yo me río
Cuarteta:
Grupo de cuatro versos, donde obligatoriamente rima el segundo con el cuarto (a
veces también el primero con el tercero)
Yo no tengo quien me quiera
ni quien por mí se preocupe
para estar con una fiera
cásate con Guadalupe
Redondilla:
Es un grupo de cuatro versos pero a diferencia de la cuarteta, con rima abba
Yo no tengo quien me quiera
ni quien por mí se preocupe
cásate con Guadalupe
para estar con una fiera
Décima:
Conjunto de diez versos. La décima espinela, tiene versos de ocho sílabas[1] y rima
abbaaccddc
Monagas
estuvo en Bana[2] (a)
y
cuando el charco pasó (b)
vendió
fruta y guataquió[3]
(b)
caña
en tierra cubana (a)
guayaba
y piña antillana (a)
vendió
buscando unos duros (c)
y
después de esos apuros (c)
regresó
con un tesoro (d)
además
de un diente de oro (d)
media
docena de puros (c)
La décima anterior es la primera de un grupo
de cuatro que compuso Yeray Rodríguez sobre el cuento de Pancho Guerra: “De
cuando Pepe Monagas se vio negro en la Habana”
En este video puedes ver la maestría de
Yeray Rodríguez en el punto cubano. Puedes comprobar que en el directo cambia
alguna de las palabras, aunque por supuesto no pierde la medida, la rima ni el
sentido del cuento.
[1] los versos de 8 sílabas son los
más usuales en la lírica popular. Cuando la última palabra del verso es aguda
(acento en la última sílaba) se permite que el verso en lugar de 8 tenga 7
sílabas.
[2] A veces, de forma coloquial, se
simplifica el nombre de la capital de Cuba (La Habana) de esa manera.
[3] Guataquiar es utilizar la
guataca, utensilio para la agricultura.
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